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La pobreza en Argentina bajó al 30,7%: señales de alivio económico y desafíos pendientes

octubre 16, 2025
La pobreza en Argentina bajó al 30,7%: señales de alivio económico y desafíos pendientes

La pobreza en Argentina bajó al 30,7%: señales de alivio económico y desafíos pendientes

Un nuevo informe del economista Martín González Rozada, de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), trajo una noticia alentadora en medio de la inestabilidad económica argentina:
entre abril y septiembre de 2025, la pobreza urbana descendió al 30,7 %, según el modelo estadístico Nowcast de Pobreza.

Esto representa una mejora significativa frente al 44,9 % registrado un año atrás, y sugiere que el poder adquisitivo de los hogares comenzó a recuperarse lentamente gracias al aumento de los ingresos y una moderación de la inflación.

Sin embargo, detrás del avance, el informe advierte que más de 9 millones de argentinos aún viven en condiciones de pobreza, lo que evidencia que el país sigue enfrentando un fuerte desafío estructural.

El Nowcast de Pobreza: una radiografía adelantada

El estudio se basa en una metodología desarrollada por la UTDT que permite estimar la pobreza urbana antes de la publicación oficial del INDEC, utilizando microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), los ingresos totales familiares (ITF) y la canasta básica total (CBT).

De acuerdo con el modelo, la tasa de pobreza para el semestre abril-septiembre de 2025 fue del 30,7 %, con un margen de error de ±1,5 %.
Esto significa que, dentro de una población urbana de 29,7 millones de personas, alrededor de 9,2 millones viven en hogares pobres.

La cifra incluye un promedio ponderado de dos trimestres:

  • 31,2 % en el segundo trimestre.
  • 30,3 % en el tercero.

Es decir, la tendencia muestra una mejora sostenida a lo largo del año, en línea con la recuperación parcial del salario real y el freno de la inflación.

La canasta básica y los ingresos familiares

Durante el período analizado, la canasta básica total (CBT) —el conjunto de bienes y servicios mínimos que necesita una familia para no ser considerada pobre— se estimó en $368.720 por adulto equivalente en el Gran Buenos Aires.
Esto implica un aumento interanual del 27,6 %, bastante menor al incremento promedio de los ingresos familiares, que subieron 64,8 % en el mismo lapso.

Este desfase entre el aumento de precios y el crecimiento de los ingresos es la principal razón por la cual la pobreza se redujo de manera significativa.
El informe destaca que “el cierre de la brecha entre la variación de las canastas y los ingresos indujo una caída simultánea de la pobreza y la indigencia”.

Durante el primer semestre de 2025, la CBT creció apenas 1,13 % mensual, mientras que el ITF promedio lo hizo un 4,29 %, marcando una mejora real en el poder de compra.

Un cambio de tendencia tras años críticos

El mismo estudio señala que en abril-septiembre de 2024, la pobreza alcanzaba el 44,9 %, mientras que la indigencia —que mide a quienes no pueden cubrir ni siquiera la canasta básica alimentaria— llegaba al 12,8 %.
Un año después, esos indicadores bajaron a 30,7 % y 7,1 %, respectivamente.

Esto significa una mejora de más de 14 puntos porcentuales en la pobreza y 5,7 puntos en la indigencia en solo 12 meses.
Detrás de esta evolución hay varios factores:

  • Moderación inflacionaria, especialmente en alimentos y bienes esenciales.
  • Aumento de salarios nominales y transferencias sociales.
  • Estabilidad cambiaria que redujo el costo de las importaciones básicas.
  • Reactivación de sectores como la construcción y el agro.

Sin embargo, el estudio advierte que estas mejoras son parciales y frágiles, ya que dependen de la continuidad de la estabilidad macroeconómica y de políticas de ingresos que acompañen la recuperación.

El rol del empleo y el mercado laboral

El informe de la UTDT se apoya en datos laborales de la EPH, que muestran una mejora en la tasa de empleo formal, aunque persiste una elevada informalidad del 35 %.
El crecimiento del empleo registrado, especialmente en servicios, comercio y construcción, contribuyó a la recuperación de los ingresos familiares.

Además, el incremento del salario mínimo y los programas de asistencia social reforzaron los ingresos de los sectores más vulnerables, ayudando a reducir la pobreza extrema.

Aun así, el economista Martín González Rozada advierte que “la baja en la pobreza no implica una mejora estructural, sino un alivio coyuntural”.
El mercado laboral sigue mostrando grandes desigualdades regionales y brechas salariales de género que afectan la sostenibilidad de la mejora.

Desigualdad y concentración del ingreso

Aunque la pobreza bajó, la distribución del ingreso continúa siendo desigual.
Según el informe, el 10 % más rico de la población urbana concentra cerca del 30 % del ingreso total, mientras que el 40 % más pobre apenas supera el 20 %.

La brecha entre el decil más alto y el más bajo ronda los 13 a 1, un nivel todavía elevado en comparación con otros países de la región.
Esta desigualdad estructural implica que la mejora promedio no se distribuye equitativamente, y que gran parte de la población aún vive al borde de la línea de pobreza.

Una reducción impulsada por la inflación contenida

Uno de los factores más determinantes fue el descenso en la inflación alimentaria, que había sido la principal causa del aumento de la pobreza en 2023 y principios de 2024.
En el primer semestre de 2025, los precios de los alimentos básicos aumentaron por debajo del promedio general del IPC, lo que permitió mejorar el poder de compra de los hogares más pobres.

La canasta básica alimentaria (CBA) aumentó un 26 % interanual, mientras que los ingresos de los hogares crecieron más del 60 %, generando una diferencia favorable que se tradujo en menor indigencia.

La moderación de los precios de productos esenciales como carne, pan y lácteos fue clave para frenar el deterioro social.

El impacto del contexto macroeconómico

El descenso de la pobreza no puede analizarse sin considerar la coyuntura económica general.
En 2025, el país experimentó una combinación de factores que, aunque modestos, generaron alivio:

  • Inflación mensual promedio del 2 %, la más baja desde 2018.
  • Crecimiento económico del 4,5 %, impulsado por exportaciones y consumo interno.
  • Tipo de cambio estable, con escasa volatilidad del dólar paralelo.
  • Política fiscal más ordenada, que redujo el déficit sin recortar subsidios sociales esenciales.

Estos elementos crearon un entorno donde los salarios y las transferencias sociales superaron, por primera vez en años, la suba de precios, lo que permitió recomponer parte del ingreso real perdido durante la crisis de 2024.

Los desafíos: indigencia y vulnerabilidad persistente

Aunque las cifras son alentadoras, el informe subraya que la indigencia afecta aún al 7,1 % de la población urbana, lo que equivale a unos 2 millones de personas que no logran cubrir sus necesidades básicas de alimentación.

Además, cerca del 35 % de los hogares vive en una situación de vulnerabilidad, es decir, apenas por encima de la línea de pobreza y con alto riesgo de volver a caer en ella ante cualquier shock económico.

La UTDT destaca que la mejora de los ingresos fue más visible en los estratos medios, mientras que los más pobres registraron avances más modestos o incluso estancamiento.

Pobreza infantil: un problema estructural

Uno de los puntos más críticos del estudio es la pobreza infantil, que sigue afectando a más del 45 % de los niños y adolescentes en áreas urbanas.
Aunque la cifra bajó en comparación con 2024 (cuando superaba el 60 %), continúa siendo un problema estructural de largo plazo.

La combinación de empleos informales, bajos salarios y dificultades educativas genera un círculo de exclusión que se transmite entre generaciones.
Las políticas de asistencia escolar, comedores y asignaciones familiares siguen siendo fundamentales para mitigar este fenómeno.

Comparación histórica: ¿el nivel más bajo desde 2017?

Con el 30,7 %, la pobreza argentina alcanza su nivel más bajo en ocho años, similar al observado en 2017, durante un período de estabilidad económica temporal.
Desde entonces, el país atravesó sucesivas crisis inflacionarias y devaluaciones que llevaron la pobreza a superar el 50 % en algunos trimestres de 2024.

El retroceso logrado en 2025 es significativo, pero los analistas advierten que aún no se puede hablar de un cambio estructural, ya que depende de variables volátiles como el tipo de cambio, la inflación y el empleo informal.

El futuro: ¿podrá sostenerse la mejora?

El economista Rozada considera que el país enfrenta una ventana de oportunidad para consolidar la reducción de la pobreza si logra mantener:

  • La estabilidad macroeconómica.
  • La recuperación del salario real.
  • La inflación controlada en torno al 2 % mensual.
  • Y un mercado laboral en expansión.

Sin embargo, también advierte sobre riesgos como la desaceleración económica global, el ajuste fiscal, y posibles rebrotes inflacionarios en 2026.

En ese sentido, la pobreza podría estabilizarse en torno al 30 %, pero será difícil reducirla más sin una estrategia integral de desarrollo y equidad.

Políticas públicas necesarias

El informe de la UTDT no propone medidas concretas, pero los expertos consultados coinciden en algunas líneas de acción prioritarias:

  1. Reforma laboral que fomente la formalización sin eliminar derechos.
  2. Política salarial activa, que garantice que los aumentos superen la inflación.
  3. Fortalecimiento de programas sociales focalizados en infancia y educación.
  4. Reducción del IVA en alimentos básicos.
  5. Inversión en infraestructura barrial y vivienda popular.

Estas medidas, junto a una política macroeconómica estable, podrían transformar el rebote coyuntural en una mejora sostenida.

Una mejora que invita al optimismo, pero no al triunfalismo

La reducción de la pobreza al 30,7 % entre abril y septiembre de 2025 marca un punto de inflexión positivo para la economía argentina.
Después de años de deterioro social, la combinación de ingresos en alza e inflación contenida permitió mejorar el bienestar de millones de familias.

Sin embargo, el país aún enfrenta una pobreza estructural y desigualdad persistente que no se resolverán sin políticas sostenidas en el tiempo.
La tendencia es alentadora, pero el desafío será mantenerla en un contexto de bajo crecimiento global y tensiones fiscales internas.

El informe de la UTDT, basado en datos de alta frecuencia y rigor estadístico, anticipa lo que el INDEC confirmará en sus próximas publicaciones: la recuperación económica empieza a sentirse en los bolsillos, pero todavía no llega a todos.

Argentina avanza, aunque el camino hacia la equidad sigue siendo largo y empinado.