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¿Ha tocado fondo la inflación en Argentina? El reto monumental de bajar del 30 % para el gobierno de Milei

octubre 25, 2025
¿Ha tocado fondo la inflación en Argentina? El reto monumental de bajar del 30 % para el gobierno de Milei

¿Ha tocado fondo la inflación en Argentina? El reto monumental de bajar del 30 % para el gobierno de Milei

Argentina ha vivido durante décadas con una inflación elevada que se ha convertido casi en una ‘marca de fábrica’ de su economía. Bajo el mandato de Javier Milei, su equipo económico asumió como meta central reducir el ritmo de aumento de precios que por entonces superaba el 200 % anual. Ahora, según análisis recientes, el país podría estar acercándose a lo que algunos economistas denominan un “suelo de inflación” —una tasa que aunque elevada, podría marcar un punto de inflexión—. Sin embargo, pasar de ese umbral hacia una inflación de un dígito o cercana al 10 % representa un desafío descomunal. De dónde venimos: una inflación con historial extremo

Cuando Milei asumió la presidencia, Argentina tenía una inflación que superaba el 280 % anual, un nivel que la mantenía en el grupo de economías con inflación crónica en el mundo. Ese nivel tan elevado no solo erosionaba el poder adquisitivo de la población, sino que alimentaba expectativas inflacionarias, indexaciones automáticas de salarios y precios, y una inercia que se retransmitía mes a mes.

La herencia también incluye un elevado déficit fiscal, emisión monetaria recurrente, controles cambiarios, una brecha macroeconómica y un marco institucional que ha sido históricamente débil. Esa combinación explica por qué la inflación argentina no es simplemente un ciclo más de precios: es un fenómeno profundamente anclado en estructuras económicas, políticas y sociales.

El “suelo de inflación”: ¿qué significa y por qué importa?

Los analistas comienzan a hablar de un “suelo de inflación” en Argentina —esto es, un nivel bajo al que la inflación puede estabilizarse sin que haya recaídas dramáticas, antes de enfrentar el salto hacia cifras significativamente más bajas. Según el artículo de El Economista, dicho “suelo” podría situarse cerca del 30 %.
En términos prácticos, esto implicaría que, aunque se logre reducir la inflación desde cifras superiores al 100 % anual hacia un 30 % anual, el siguiente tramo —reducir del 30 % al 10 % o menos— es una montaña mucho más difícil de escalar.

Esto importa porque pasar el “suelo” no es solo una cuestión de cifras: requiere cambiar expectativas, modificar contratos indexados, reformar estructuras productivas y recuperar la credibilidad macroeconómica. Sin esa credibilidad, cualquier ajuste puede revertirse o quedarse estancado.

¿Por qué bajar del 30 % es tan difícil? Los factores estructurales

Para entender la magnitud del reto, conviene revisar los principales obstáculos:

a) Inercia inflacionaria e indexación

Cuando los precios han crecido consistentemente, los agentes económicos esperan que seguirán haciéndolo. Salarios, alquileres, contratos y tarifas muchas veces se ajustan automáticamente o “por encima” de la inflación esperada. Romper esa inercia requiere una espera prolongada, ajustes de contrato y sacrificios reales.

b) Emisión monetaria y déficit fiscal

En economías con déficit persistentes y emisión de dinero para financiar gastos, la inflación se alimenta de ese financiamiento monetario. Argentina ha tenido este tipo de dinámicas históricas. El nuevo Gobierno ha tratado de revertirlo, pero el legado complica el avance.

c) Tipo de cambio y brecha cambiaria

El dólar sigue siendo un ancla mental para muchos argentinos. Cuando la moneda nacional se deprecia o existe una fuerte brecha entre el tipo oficial y el paralelo, los precios importados o con insumos del exterior suben y arrastran el resto de la economía. Mientras esta vulnerabilidad persista, bajar la inflación se complica.

d) Tarifas reguladas, subsidios y precios controlados

Cuando se liberan subsidios y tarifas que estaban contenidos, se produce un aumento de precios “retrasados”, lo que puede generar un alza súbita que impacta la inflación. El Gobierno de Milei heredó tarifas con subsidios muy elevados que debían reajustarse.

e) Credibilidad institucional y expectativas

Reducir la inflación no es solo cuestión técnica: es cuestión de confianza. Si los ciudadanos o los mercados creen que el ajuste fracasará, reaccionan anticipadamente —suben precios, dolarizan sus ahorros, etc.— y eso puede anular el impacto de la política. En Argentina, restablecer esa confianza lleva tiempo.

f) Estructura productiva y presiones de costos

El país también enfrenta desafíos de competitividad, productividad y costos de producción elevados. Esto hace que incluso con control de la demanda, no siempre basta para acelerar la caída de precios: la oferta tiene que adaptarse también.

¿Qué ha hecho el Gobierno de Milei para intentar avanzar?

Desde diciembre de 2023, el Gobierno argentino liderado por Milei implementó varias medidas con el objetivo de frenar la inflación y estabilizar la economía. Entre ellas:

  • Política de austeridad fiscal: reducción del tamaño del Estado, recorte de gastos y muchas veces anunciada bajo el lema de “déficit cero”.
  • Ajuste de tarifas y eliminación de subsidios: para reducir el peso del Estado sobre tarifas (energía, transporte) y liberar precios.
  • Flexibilización del tipo de cambio: buscar una mayor ancla externa para reducir la incertidumbre cambiaria.
  • Intentos de renegociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para dotar al país de respaldo externo y reforzar reservas.
  • Comunicación más firme de que la inflación es un fenómeno monetario y que debe tratarse de raíz.

Estas políticas han permitido que la inflación comience a moderarse, y algunos analistas ya proyectan que la anual podría ubicarse cerca del 30 % para 2025. 

¿Qué indican los datos más recientes?

Aunque los números aún no reflejan una caída dramática, los avances son visibles. Según datos recientes, se observa una moderación de la inflación mensual en algunos meses, y proyecciones hacia una anual en torno al 30 %.
Aun así, el artículo de El Economista advierte que aunque el suelo puede estar cerca, no hay garantías de que la caída continúe sin contratiempos. Factores externos como precios internacionales, variaciones cambiarias, o nuevos shocks podrían revertir avances. Además, pasar de un 30 % a cifras de un dígito implicará un conjunto de reformas mucho más profundas.

El coste social y económico de la transición

Reducir la inflación desde niveles tan altos no es gratuito. La transición implica ajustes que provocan:

  • Caída del consumo: cuando los precios siguen subiendo, el poder adquisitivo se erosiona; los hogares recortan gastos.
  • Aumento del desempleo o subempleo: si la política exige sobreajustes fuertes, pueden generarse fricciones en el mercado laboral.
  • Tensión social: la población puede aceptar inflación alta si cree que está bajando, pero la paciencia se agota si los precios siguen altos aunque “menos altos”.
  • Ajuste de contratos, salarios, precios regulados: todos deben adaptarse y pueden generar conflictos.

Por ejemplo, en Argentina, aunque se ve cierta calma, muchas familias aún sienten que llegar a fin de mes es difícil, pese a la moderación de la inflación.
La “sensación” de crisis persiste, lo cual puede generar desencanto político.

¿Cuál es el próximo tramo del desafío?

Bajar del 30 % anual hacia cifras de un sólo dígito o incluso meta del 10 % es una tarea colosal, porque requiere:

  1. Mantener la estabilidad monetaria sin recurrir a emisión como vía de financiamiento.
  2. Asegurar una política fiscal sostenible, que combine reducción del gasto, aumento de recaudación y mejora en eficiencia.
  3. Fortalecer el tipo de cambio como ancla creíble, reduciendo brechas y estabilizando reservas.
  4. Controlar las expectativas: los agentes deben creer que la política va en serio y que no habrá retrocesos.
  5. Reformar estructura productiva para que la oferta responda y los costos bajen, lo que permitirá que los precios se ajusten sin presión de demanda.
  6. Construir una institucionalidad robusta: bancos centrales independientes, transparencia, reglas claras.

El artículo advierte que el gobierno de Milei, que ya ha logrado avances desde niveles de inflación extremos, necesita ahora evitar “picos” inesperados, controlar los riesgos externos, y mantener una narrativa coherente que genere credibilidad. 

El rol de las expectativas y la credibilidad

Uno de los aspectos que más condicionan el éxito del plan de estabilización es la expectativa inflationaria. Si los ciudadanos creen que la inflación estará en el 30 %, actúan en consecuencia: piden ajustes salariales al 30 %, suben precios, dolarizan. Si creen que puede ir al 10 % o menos, ajustan menos.
Por ello, el mensaje del Gobierno importa tanto como las medidas técnicas. La comunicación de compromiso, transparencia y estabilidad puede acelerar la caída de la inflación. Por otro lado, errores de política o mensajes contradictorios pueden revertir todo el avance.

Riesgos y obstáculos que podrían frenar el avance

Aunque el “suelo de inflación” parece a la vista, hay varios riesgos que podrían impedir avanzar:

  • Choques externos: precios internacionales de energía, bienes importados, o crisis globales que afecten los costos.
  • Problemas cambiarios: si sube la brecha cambiaria o se debilita el peso, la inflación vuelve a acelerarse.
  • Falta de apoyo político: sin consensos o con crisis institucionales, las reformas pueden detenerse o invertirse.
  • Emisión inesperada: si el Gobierno recurre a emisión para financiar gasto, la inflación se reactiva.
  • Desaceleración demasiado rápida de crecimiento: si la política se endurece en exceso, puede generarse recesión y desaliento económico.

El artículo resalta que estos factores hacen que aunque el objetivo de “menos de 30 %” sea posible, mantenerlo y luego avanzar hacia cifras más bajas es lo que realmente constituye una odisea. 

¿Qué implica para los ciudadanos y para la economía real?

Para los ciudadanos, la moderación de la inflación representa un alivio, pero no una solución completa. Si bien los precios crecen menos rápido, siguen elevados. Muchas familias aún sienten una pérdida de poder adquisitivo. El reto es pasar de “muy alta inflación” a “inflación moderada” de tal forma que se recupere la planificación familiar, el ahorro, la inversión y la confianza.

Para las empresas, una inflación más baja implica menos volatilidad, menos necesidad de ajustar precios con frecuencia, menor incertidumbre sobre contratos, y mayor posibilidad de inversión. Sin embargo, si la inflación baja pero la economía se estanca, podrían surgir problemas de crecimiento y empleo.

Para el Gobierno, el reto es capitalizar el avance para construir una narrativa de éxito que permita reformar sin presiones, generar inversión extranjera, recuperar reservas y estabilidad cambiaria, y preparar el terreno para una economía más equilibrada.

Argentina ha alcanzado una etapa crítica. Los avances en la moderación de la inflación muestran que, aunque el camino sea largo, es plausible que el país esté acercándose a un suelo de inflación cercano al 30 % anual. Pero ese suelo no es el destino final: reducir la inflación más allá de ese nivel y acercarse a cifras de un solo dígito será una tarea mucho más complicada. Requerirá no solo medidas macroeconómicas, sino una transformación institucional, un cambio en expectativas, y un compromiso sostenido.

El gobierno de Milei ha puesto el foco en la disciplina fiscal, la stabilización cambiaria y el ajuste de tarifas, lo que ha generado los primeros resultados. No obstante, la verdadera prueba será no solo mantener la caída, sino transformar ese suelo aparente en una nueva normalidad de inflación contenida, lo que permitirá regenerar ahorro, inversión, crecimiento y confianza.Para los argentinos, el desafío no es solo soportar que la inflación ya no crezca al 200 %+ sino que baje al 10 % o menos, y eso implica que el “suelo” que ven ahora sea solo el inicio de una nueva fase. El éxito o el fracaso de esta transición definirán la estabilidad económica del país en los próximos años.