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El FMI advierte Argentina crecerá menos en 2025 y enfrentará una inflación más alta de lo previsto

octubre 15, 2025
El FMI advierte Argentina crecerá menos en 2025 y enfrentará una inflación más alta de lo previsto

El FMI advierte Argentina crecerá menos en 2025 y enfrentará una inflación más alta de lo previsto

El Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a ajustar sus expectativas sobre el desempeño de la economía argentina.
En su informe de Perspectivas de la Economía Mundial (World Economic Outlook, WEO) publicado en octubre de 2025, el organismo redujo sus proyecciones de crecimiento y elevó sus previsiones de inflación para el país, reflejando un escenario más desafiante tanto en el corto como en el mediano plazo.

Según el nuevo pronóstico, el Producto Bruto Interno (PBI) argentino crecerá solo un 4,5 % en 2025, es decir, un punto menos de lo estimado en abril, mientras que para 2026 la expansión se reducirá aún más, hasta el 4,0 %.
En paralelo, la inflación se mantendría elevada, alcanzando el 41,3 % anual, lo que complica el objetivo oficial de mantener la desinflación iniciada en 2024.

El FMI atribuye esta corrección a tres factores clave:

  1. Un entorno global más débil, con menor demanda internacional.
  2. Una política fiscal contractiva, necesaria para reducir el déficit pero que enfría la economía.
  3. Un consumo privado estancado, producto de salarios que no logran recuperar poder adquisitivo.

En resumen, el Fondo advierte que Argentina crecerá menos, con más inflación y menor margen de maniobra fiscal.

Un crecimiento menor, pero sostenido

El ajuste del FMI sitúa el crecimiento del PBI argentino en 4,5 % para 2025, frente al 5,5 % que preveía hace seis meses.
Aun con la revisión a la baja, el país seguiría entre las economías más dinámicas de Sudamérica, superando las tasas proyectadas para Brasil (2,4 %) y Chile (2,1 %).

Sin embargo, el crecimiento proyectado es insuficiente para recuperar plenamente los niveles de inversión y empleo previos a la pandemia.
El organismo advierte que la economía argentina enfrenta cuellos de botella estructurales —baja productividad, elevada presión fiscal y distorsiones en los precios relativos— que limitan su potencial.

“El crecimiento se mantiene, pero a un ritmo menor y en un contexto de persistente fragilidad macroeconómica”, señala el informe del Fondo.

El informe también menciona que el sector agrícola y las exportaciones energéticas serán los principales motores de expansión en 2025, aunque dependerán de la estabilidad cambiaria y del clima político.

Inflación: un enemigo que se resiste

El FMI proyecta que la inflación argentina cerrará 2025 en torno al 41,3 %, por encima del 38 % estimado en abril.
La desinflación, aunque visible en comparación con los niveles superiores al 100 % de años anteriores, se desacelera más de lo previsto.

La persistencia inflacionaria obedece a varios factores:

  • Ajustes de tarifas y precios regulados, que siguen trasladándose al consumidor.
  • Tipo de cambio administrado, que genera brechas y expectativas de devaluación.
  • Rigidez del gasto público, que limita la capacidad del Gobierno para consolidar el déficit.
  • Fuerte inercia salarial y de precios, característica de las economías con inflación crónica.

El Fondo advierte que, para alcanzar una inflación de un solo dígito, Argentina necesitará una política fiscal y monetaria más coordinada, un anclaje cambiario creíble y una mayor confianza institucional.

Déficit fiscal y política de ajuste

El FMI considera que la consolidación fiscal del Gobierno avanza, pero a un ritmo más lento del necesario.
El déficit primario proyectado para 2025 ronda el 2,5 % del PIB, y la meta es reducirlo al 1,5 % en 2026.

Para lograrlo, se requieren reformas estructurales que reduzcan subsidios energéticos, mejoren la recaudación y racionalicen el gasto público.
Sin embargo, el Fondo reconoce que la tensión social y política dificulta la aplicación de medidas impopulares, especialmente en un año de reactivación moderada y poder adquisitivo en declive.

El informe destaca que el equilibrio fiscal sigue siendo la condición fundamental para reducir la inflación de manera sostenible.
En ausencia de disciplina, cualquier avance puede revertirse ante un nuevo episodio de inestabilidad cambiaria o desconfianza en los mercados.

La cuenta corriente: señales de vulnerabilidad externa

Otro punto de alerta es la cuenta corriente, que el FMI proyecta con un déficit del 1,2 % del PIB en 2025.
Esto significa que el país volverá a tener una salida neta de divisas, producto del mayor pago de intereses de deuda y del aumento de importaciones energéticas.

Si bien las exportaciones de gas y litio ofrecen un alivio, la falta de reservas internacionales sólidas y la volatilidad del tipo de cambio aumentan la exposición externa.
El organismo insiste en que acumular reservas es esencial para sostener la confianza del mercado y evitar presiones sobre el dólar paralelo.

Política monetaria: tasas altas y crédito limitado

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) mantiene una política monetaria contractiva, con tasas de referencia del 66 % anual, buscando anclar expectativas y frenar la demanda de dólares.
El FMI reconoce la necesidad de mantener tasas reales positivas, pero advierte que esto encarece el crédito y limita la inversión privada.

El dilema es evidente:
si se reducen las tasas demasiado rápido, se corre el riesgo de desanclar expectativas;
si se mantienen altas, la economía pierde dinamismo.

La institución recomienda un enfoque gradual pero firme, donde la baja de tasas esté condicionada a una caída sostenida de la inflación núcleo y a la estabilidad cambiaria.

Empleo y mercado laboral: recuperación lenta

Pese a la mejora económica, el mercado laboral argentino muestra una recuperación incompleta.
El FMI proyecta una tasa de desempleo del 7,8 % para 2025, apenas por debajo del 8,1 % registrado el año anterior.

El empleo formal crece, pero a un ritmo insuficiente para absorber la población activa, mientras que la informalidad laboral se mantiene por encima del 35 %.
La erosión salarial, la baja productividad y la falta de inversión en capital humano siguen siendo los principales desafíos del mercado laboral argentino.

Contexto internacional: viento en contra

El informe global del FMI también revisó a la baja las proyecciones mundiales.
El crecimiento global pasará del 3,1 % en 2024 al 2,9 % en 2025, reflejando la desaceleración de Estados Unidos, China y Europa.

Este contexto afecta directamente a países exportadores de materias primas como Argentina, donde los precios de los commodities muestran menor dinamismo.
A su vez, las condiciones financieras internacionales más restrictivas encarecen el acceso al crédito externo y complican el refinanciamiento de deuda.

En este escenario, el Fondo sugiere reforzar la integración comercial regional y diversificar exportaciones, para reducir la dependencia de pocos mercados.

El desafío del endeudamiento y las relaciones con el FMI

La relación de Argentina con el Fondo sigue marcada por tensiones.
El país continúa bajo un programa de facilidades extendidas (EFF) con metas de consolidación fiscal y acumulación de reservas.

Aunque el Gobierno cumplió parcialmente los objetivos del primer semestre, los atrasos en la reducción del déficit podrían derivar en revisiones más exigentes hacia fin de año.
El FMI insiste en la necesidad de “mantener el curso de las reformas” y “evitar desvíos fiscales” en un contexto electoral y socialmente sensible.

Fuentes cercanas al organismo destacan que la cooperación técnica sigue abierta, pero advierten que sin disciplina macroeconómica no habrá margen para flexibilizaciones futuras.

Comparación regional: Argentina sigue siendo un caso especial

A pesar del ajuste, Argentina sigue destacando en el panorama latinoamericano por su contraste entre alto crecimiento y alta inflación.
Mientras países como Brasil (5,2 % de inflación) y Chile (3,6 %) logran estabilidad de precios, Argentina se mantiene en los primeros puestos del ranking inflacionario mundial.

El Fondo atribuye esta persistencia a décadas de políticas fiscales inconsistentes, controles de precios y emisión monetaria recurrente.
El informe resalta que la clave no está solo en “ajustar el gasto”, sino en reconstruir la confianza del sector privado y garantizar reglas claras de inversión.

Perspectivas para 2026: crecimiento más bajo y reformas pendientes

Para 2026, el FMI prevé una expansión del 4,0 %, un nivel moderado en comparación con el potencial de la economía argentina.
La proyección asume una inflación descendente hacia el 32 % y un déficit fiscal en torno al 1,5 % del PIB.

Sin embargo, el organismo advierte que sin reformas estructurales —especialmente en los sistemas tributario, energético y laboral—, la economía podría volver a estancarse.

Las prioridades para los próximos dos años, según el FMI, deben ser:

  1. Reordenar el gasto público con criterios de eficiencia.
  2. Simplificar el sistema impositivo para mejorar la competitividad.
  3. Impulsar la inversión privada, reduciendo incertidumbre regulatoria.
  4. Aumentar la productividad mediante innovación y formación laboral.

Riesgos a corto y mediano plazo

El Fondo identifica varios riesgos que podrían complicar aún más el panorama económico:

  • Fragilidad política: los conflictos internos podrían retrasar las reformas.
  • Volatilidad cambiaria: un salto del dólar presionaría la inflación.
  • Mercados externos inestables: menor demanda de soja, litio o energía afectaría las exportaciones.
  • Sequías o eventos climáticos extremos, que afectarían el agro.
  • Tensión social ante posibles ajustes o recortes.

El FMI subraya que la clave estará en mantener la estabilidad política y social mientras se implementan las medidas necesarias.

Un camino angosto entre la estabilidad y el estancamiento

El informe del FMI es un recordatorio de que la economía argentina transita un sendero frágil.
Si bien logró evitar una crisis mayor y recuperar parte del crecimiento perdido, el desafío ahora es consolidar esa recuperación sin caer en nuevos desequilibrios.

La inflación sigue siendo el enemigo principal.
Mientras no se logre estabilizar la moneda y coordinar las políticas fiscal y monetaria, los avances seguirán siendo parciales.

El futuro inmediato dependerá de la capacidad del Gobierno para mantener el orden macroeconómico, reconstruir reservas y fomentar la inversión privada.
Sin confianza y previsibilidad, advierte el Fondo, no hay crecimiento sostenible.Argentina tiene una oportunidad, pero el margen de error es mínimo: el país deberá elegir entre ajustar con estrategia o estancarse otra vez en la incertidumbre.