
Latinas en EE. UU. más educación, mismos obstáculos salariales
Las mujeres latinas en Estados Unidos están alcanzando hitos históricos en educación y participación profesional. Sin embargo, esa creciente formación académica no se traduce en igualdad salarial.
Según un informe reciente del Instituto Latino de Políticas y Políticas Públicas de la Universidad de California (UCLA), las latinas han duplicado su nivel educativo en los últimos 25 años, pero siguen siendo el grupo que menos gana en todo el mercado laboral estadounidense.
El estudio muestra un contraste alarmante: mientras las hispanas son una fuerza creciente en las universidades, sus ingresos no reflejan el valor real de su preparación ni su aporte a la economía.
Más educación que nunca: el ascenso académico de las latinas
El informe de UCLA destaca que el número de mujeres latinas con título universitario se duplicó entre 2000 y 2023, pasando del 11 % al 23 %.
Este avance refleja décadas de esfuerzo familiar, migración, acceso a becas y políticas de inclusión educativa.
En estados como Texas, California, Florida y Nueva York, las universidades reportan un crecimiento sostenido en la matrícula femenina latina. Además, las latinas están destacando en áreas como educación, negocios, ingeniería y salud, disciplinas tradicionalmente dominadas por hombres o por mujeres no latinas.
A pesar de estos logros, la brecha de ingresos se mantiene casi intacta.
Mientras los títulos se acumulan, los salarios permanecen estancados.
El dato que resume la desigualdad
El salario promedio por hora de una mujer latina con licenciatura en Estados Unidos es de 28 dólares, comparado con los 34 dólares de los hombres latinos y los 43 dólares de los hombres blancos.
Esa diferencia se traduce en más de un millón de dólares perdidos a lo largo de la vida laboral.
El estudio subraya que la brecha persiste incluso cuando se comparan personas con el mismo nivel educativo y experiencia laboral.
Es decir, no se trata solo de formación, sino de discriminación estructural, segregación ocupacional y barreras culturales que limitan el acceso a puestos de liderazgo y salarios justos.
La economista Amada Armenta, coautora del informe, lo resume así:
“No basta con estudiar más. El sistema no está preparado para recompensar el talento latino con la misma moneda con la que paga el talento blanco”.
Las diferencias dentro del mismo grupo
No todas las latinas enfrentan el mismo escenario.
Las disparidades salariales varían según el origen nacional, el estado de residencia y el nivel migratorio.
- Guatemaltecas y hondureñas: ganan apenas 50 a 55 centavos por cada dólar que gana un hombre blanco.
- Mexicanas y salvadoreñas: rondan los 60 a 65 centavos.
- Puertorriqueñas y dominicanas: alcanzan 70 centavos.
- Argentinas, chilenas y colombianas: se acercan a los 80 centavos, gracias a mayor presencia en empleos calificados y urbanos.
El estado con mayor desigualdad es California, donde las latinas reciben 49 centavos por cada dólar de un hombre blanco, a pesar de ser el grupo con mayor crecimiento educativo del país.
Estas diferencias evidencian que el problema no es solo de género o etnicidad, sino también de raíz económica y regional, amplificada por políticas locales, barreras idiomáticas y acceso desigual a redes de empleo.
Inflación y costo de vida: el golpe silencioso
El aumento de precios en los últimos años ha golpeado con fuerza a las familias latinas, especialmente a las mujeres que sostienen hogares monoparentales.
Según datos del Bureau of Labor Statistics (BLS), las latinas destinan más del 45 % de su ingreso a vivienda, transporte y alimentación, rubros con mayor inflación entre 2022 y 2025.
Aunque los salarios nominales han subido ligeramente, los salarios reales (ajustados a la inflación) han disminuido.
Esto significa que, en términos de poder adquisitivo, las latinas hoy pueden comprar menos con su sueldo que hace cinco años.
Los sectores donde predominan las trabajadoras hispanas —servicios, educación infantil, salud, comercio y limpieza— siguen entre los peor remunerados y con escasa cobertura de beneficios como seguro médico o planes de retiro.
La paradoja del progreso: más logros, menos recompensas
El caso de las latinas refleja una paradoja socioeconómica: cuanto más ascienden en educación y profesionalización, más evidente se vuelve la desigualdad.
En 2000, la brecha salarial entre mujeres latinas y hombres blancos era del 42 %.
En 2025, sigue prácticamente igual.
Esto sugiere que la discriminación sistémica en los salarios no ha cedido al avance académico.
Las causas incluyen:
- Falta de representación en cargos directivos y de decisión.
- Concentración en sectores mal pagados o de baja sindicalización.
- Sesgos inconscientes en contratación y promoción.
- Falta de acceso a redes profesionales y mentores.
El resultado: miles de mujeres con títulos universitarios enfrentan techos de cristal invisibles que frenan su ascenso económico.
El impacto en la economía de EE. UU.
El informe de UCLA advierte que la desigualdad salarial de las latinas no solo es un problema moral o de justicia social, sino también un obstáculo para el crecimiento económico del país.
Según las proyecciones, si las mujeres hispanas ganaran lo mismo que los hombres blancos, el PIB estadounidense aumentaría en más de 600.000 millones de dólares anuales.
Además, se reduciría la pobreza infantil y aumentaría el consumo interno, dado que las latinas tienden a reinvertir más en sus comunidades y familias.
“La equidad salarial no es un gasto, es una inversión”, afirma la socióloga Verónica Terriquez, directora del Instituto Latino de UCLA.
La maternidad y el “impuesto invisible” sobre las mujeres
Una de las principales causas de la brecha salarial es el “penalti por maternidad”, término con el que los economistas describen cómo el nacimiento de un hijo reduce el crecimiento salarial de las mujeres, mientras que los hombres no sufren ese efecto.
En comunidades latinas, donde la maternidad temprana es más común y el acceso a guarderías de calidad es limitado, este fenómeno es aún más fuerte.
El resultado es una reducción significativa del ingreso familiar y una menor capacidad de ahorro o inversión.
Las políticas de licencia por maternidad en EE. UU. son de las más restrictivas del mundo desarrollado, y las mujeres latinas son las menos propensas a recibir beneficios laborales formales.
Educación: el motor que no logra mover la aguja salarial
Las latinas están rompiendo récords académicos, pero su retorno económico por educación es el más bajo entre todos los grupos étnicos.
Por cada año adicional de estudio, el ingreso promedio de una mujer latina aumenta solo un 4 %, mientras que el de un hombre blanco sube un 9 %.
Esto demuestra que el mercado laboral estadounidense no remunera igual las credenciales educativas cuando provienen de mujeres o minorías.
Incluso en profesiones como la medicina, el derecho o la ingeniería, las latinas ganan entre 20 % y 30 % menos que sus colegas varones.
9. Historias detrás de las cifras
El informe incluye testimonios de profesionales que ilustran la brecha en la vida cotidiana.
- María Gutiérrez, ingeniera mexicana en Houston:
“Dirijo un equipo de hombres, pero gano menos que varios de ellos. Cuando pedí un ajuste, me dijeron que ‘ganaba suficiente para una mujer joven’”. - Ana Ortiz, enfermera salvadoreña en Los Ángeles:
“Trabajo dos turnos. Mis pacientes me llaman ‘héroe’, pero mi sueldo no alcanza para pagar la guardería de mis hijos”.
Estos casos revelan un patrón de subvaloración laboral que combina prejuicios de género, etnia y clase social.
Brecha tecnológica y el futuro del trabajo
La automatización y la digitalización están transformando el empleo, y las mujeres latinas corren el riesgo de quedar rezagadas.
Solo el 8 % trabaja en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), frente al 26 % de los hombres blancos.
Si no se corrige esta brecha tecnológica, los empleos latinos más automatizables (como servicios, manufactura o logística) podrían desaparecer, ampliando aún más las desigualdades.
De ahí la urgencia de programas de capacitación tecnológica e inclusión digital dirigidos específicamente a mujeres hispanas.
Las nuevas generaciones: esperanza y cambio
A pesar de los desafíos, las jóvenes latinas nacidas en Estados Unidos muestran un perfil diferente.
Tienen mayor dominio del inglés, más acceso a becas y mayor movilidad profesional.
Las proyecciones indican que, para 2030, una de cada cinco graduadas universitarias en EE. UU. será latina.
Sin embargo, sin reformas estructurales en política salarial, la educación por sí sola no cerrará la brecha.
Se requieren políticas activas: leyes de transparencia salarial, incentivos fiscales a empresas equitativas y campañas públicas que visibilicen la desigualdad.
Equidad salarial: una meta alcanzable
Diversos estados han implementado leyes de equidad salarial que podrían servir de modelo nacional.
En California y Nueva York, las empresas deben publicar rangos de salario en sus ofertas laborales y justificar diferencias de pago por género o raza.
Estas políticas comienzan a dar resultados: la brecha se redujo del 41 % al 34 % en sectores regulados.
Pero la mayoría de los estados aún carece de medidas efectivas.
Expertas de UCLA proponen también:
- Auditorías salariales obligatorias.
- Mayor representación latina en liderazgo corporativo.
- Inversión en educación financiera para mujeres.
- Acceso a servicios de cuidado infantil asequibles.
El valor de la justicia económica
El progreso educativo de las latinas es uno de los logros sociales más notables del siglo XXI, pero su potencial económico sigue limitado por un sistema que paga menos a quien más aporta.
Cerrar la brecha salarial no solo beneficiaría a las mujeres, sino también a toda la economía estadounidense.
Cada dólar adicional en el salario de una latina se reinvierte en la comunidad, la familia y la educación de la siguiente generación.
El reto de la próxima década será transformar los títulos en oportunidades reales, y los logros en justicia económica.
Porque la igualdad no se mide solo en diplomas, sino en dignidad y en el valor que un país decide asignar al trabajo de sus mujeres.