
FMI 2025 una economía mundial más fuerte de lo previsto, pero atrapada en la incertidumbre
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado su más reciente informe sobre las perspectivas de la economía mundial, y aunque el panorama no es desalentador, sí confirma que el mundo avanza por una senda llena de incertidumbre. Según la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, el crecimiento global en 2025 será “mejor de lo temido”, pero más débil de lo necesario para garantizar estabilidad a largo plazo.
El mensaje central del organismo es claro: la economía global ha evitado una recesión generalizada, pero aún enfrenta amenazas significativas como la alta deuda, la persistencia de la inflación en algunos países, la desaceleración del comercio internacional y la transición tecnológica y energética desigual.
Un crecimiento “moderado pero resistente”
El FMI estima que el PIB global crecerá en torno al 2,9 % en 2025, una cifra apenas inferior al 3 % de 2024, pero mejor de lo anticipado a comienzos del año.
La recuperación parcial de las cadenas de suministro, el repunte del consumo en Asia y la estabilidad del empleo en las economías avanzadas han amortiguado los efectos de las tensiones comerciales y la guerra en Ucrania.
Sin embargo, Georgieva advirtió que “el crecimiento sigue siendo demasiado lento para garantizar prosperidad global”, y que la economía mundial ha entrado en una fase de fragilidad estructural, marcada por menor inversión, envejecimiento poblacional y altos niveles de deuda.
En sus propias palabras:
“La economía global está demostrando una notable capacidad de resistencia, pero esa resiliencia no puede ser confundida con fortaleza duradera.”
Los motores y frenos del crecimiento mundial
El informe del FMI detalla una radiografía de los principales bloques económicos:
Estados Unidos: desaceleración controlada
La economía estadounidense sigue siendo el ancla del crecimiento global, aunque se enfría gradualmente tras dos años de expansión sostenida.
El consumo se mantiene estable y el mercado laboral sigue fuerte, pero los efectos del endurecimiento monetario de la Reserva Federal comienzan a sentirse.
La inflación, que se había moderado hasta el 2,7 %, podría rebotar ligeramente debido a la presión de los precios energéticos.
Europa: estancamiento persistente
La zona euro continúa atrapada entre bajo crecimiento y presión inflacionaria. Alemania enfrenta contracciones en su producción industrial, mientras Italia y Francia apenas logran mantenerse en terreno positivo.
El FMI insta a los países europeos a avanzar hacia una unión fiscal más sólida, con presupuestos coordinados y mayor integración financiera.
Además, advierte que la dependencia del gas importado sigue siendo un riesgo estructural para el continente.
China: el gigante en ajuste
China crece a un ritmo cercano al 4,4 %, pero su modelo enfrenta serias tensiones internas. El FMI subraya que el sector inmobiliario sigue siendo el punto débil del gigante asiático, con una sobreoferta de viviendas y altos niveles de deuda corporativa.
Georgieva instó a Pekín a “restablecer la confianza en el mercado inmobiliario y estimular el consumo doméstico”, ya que el actual modelo exportador podría no ser suficiente para sostener el crecimiento.
Latinoamérica: estabilidad sin impulso
América Latina muestra signos de desaceleración leve, con un crecimiento promedio del 2,1 %. Países como Brasil, México y Panamá mantienen estabilidad, pero otros como Argentina y Perú enfrentan presiones fiscales y sociales.
La inflación regional, aunque ha bajado respecto a 2023, sigue siendo superior al 5 % en promedio, afectando el poder adquisitivo y la confianza del consumidor.
Inflación: el enemigo que no se va del todo
Uno de los principales mensajes del FMI es que, aunque la inflación global se ha reducido en casi dos puntos desde 2023, no ha desaparecido como amenaza.
El informe advierte que la desinflación se está volviendo más lenta, especialmente en países donde los precios de alimentos, energía y vivienda siguen elevados.
Según las estimaciones, la inflación global promedio cerrará 2025 en torno al 4,5 %, impulsada por tres factores:
- Presión sobre los alimentos, agravada por fenómenos climáticos y tensiones geopolíticas.
- Reajustes salariales en economías avanzadas, que podrían reactivar la demanda interna.
- Precios del petróleo y gas natural, que se mantienen volátiles por los conflictos en Medio Oriente y la transición energética incompleta.
El FMI pide prudencia a los bancos centrales y advierte que reducir tasas demasiado pronto podría revertir los avances en la lucha contra la inflación.
La incertidumbre como “nueva normalidad”
El concepto clave que domina el informe es la incertidumbre estructural. El FMI sostiene que el mundo ya no enfrenta crisis aisladas, sino un “entorno permanente de volatilidad”.
Entre los factores que alimentan esta nueva realidad destacan:
- Cambios tecnológicos rápidos que transforman el empleo y la productividad.
- Tensiones geopolíticas crecientes entre potencias como EE. UU., China y Rusia.
- Crisis climáticas recurrentes, que encarecen alimentos y energía.
- Fragmentación del comercio mundial, con bloques regionales más cerrados.
Georgieva lo resume con una frase contundente:
“La incertidumbre no es una excepción, sino la condición permanente de la economía global moderna.”
Deuda global: un riesgo silencioso
La deuda pública y privada mundial alcanzó niveles récord de 313 billones de dólares en 2025, según datos del FMI.
Esto representa más de tres veces el PIB global, lo que significa que la economía mundial está altamente apalancada y vulnerable a cambios en las tasas de interés.
En economías avanzadas, la deuda se mantiene estable pero elevada; mientras que en mercados emergentes crece rápidamente, especialmente en Asia y África.
El FMI insta a los países a reducir el gasto no productivo y priorizar la inversión en infraestructura, educación y digitalización.
La preocupación es que, si las tasas globales se mantienen altas, el servicio de deuda podría absorber hasta un 20 % del presupuesto público en algunos países en desarrollo.
Comercio internacional y tensiones geopolíticas
Aunque el comercio global logró recuperarse en 2024, el FMI advierte una desaceleración en el intercambio de bienes durante 2025.
Los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos a productos chinos y las represalias de Pekín han generado una fragmentación comercial que amenaza las cadenas de suministro.
El organismo destaca que, aunque se evitó una guerra comercial abierta, el riesgo de “bloques económicos rivales” es cada vez más real.
Esta tendencia hacia la regionalización podría reducir la eficiencia global, aumentar los costos logísticos y afectar la competitividad.
En este contexto, la inflación podría reactivarse si los países comienzan a proteger sus mercados internos a costa del comercio multilateral.
Los mercados emergentes: entre el crecimiento y la vulnerabilidad
El FMI subraya que los mercados emergentes seguirán siendo los principales impulsores del crecimiento global, aportando casi el 60 % de la expansión económica en 2025.
Sin embargo, también enfrentan riesgos elevados:
- Fuga de capitales si las tasas en EE. UU. se mantienen altas.
- Vulnerabilidad fiscal.
- Dependencia de materias primas.
- Falta de acceso a tecnología y crédito.
El Fondo insiste en que la inversión en capital humano y la diversificación productiva son esenciales para reducir su exposición a choques externos.
El rol de la política fiscal y monetaria
El FMI recomienda mantener una política fiscal responsable y una monetaria flexible.
Los gobiernos deben evitar políticas populistas o subsidios indiscriminados que puedan reavivar la inflación.
A la vez, se sugiere que los bancos centrales actúen con cautela al ajustar tasas, basándose en datos concretos y no en presiones políticas.
Georgieva advirtió:
“No hay espacio para errores de cálculo. Una relajación prematura de las políticas podría traer un segundo ciclo inflacionario.”
El Fondo también pide fortalecer la cooperación internacional, recordando que la coordinación de políticas fue clave para evitar una recesión global en 2023.
Inteligencia artificial y productividad global
Uno de los apartados más optimistas del informe se refiere a la inteligencia artificial (IA) y su potencial para impulsar la productividad.
El FMI prevé que la IA podría aumentar el PIB global en hasta 7 % en la próxima década, pero advierte que los beneficios estarán concentrados en las economías con mejor infraestructura digital y capital humano.
Para evitar una nueva brecha tecnológica, el Fondo propone crear marcos regulatorios equitativos, fomentar la educación en competencias digitales y proteger el empleo ante la automatización.
Perspectivas por regiones
- Asia-Pacífico: seguirá siendo el motor de la economía mundial, liderado por India, Indonesia y Vietnam, con un crecimiento medio del 5 %.
- América Latina: se estabiliza, pero con inflación aún por encima del 5 %. Panamá y México muestran resiliencia; Argentina sigue en recesión.
- Europa: bajo crecimiento, especialmente en el norte industrial.
- África subsahariana: expansión del 3,5 %, pero con alta inflación alimentaria.
- Oriente Medio: dependencia del petróleo y tensiones geopolíticas limitan su avance.
Recomendaciones clave del FMI
El FMI propone una hoja de ruta basada en cuatro ejes estratégicos:
- Fortalecer la cooperación internacional para evitar una nueva fragmentación económica.
- Reducir la deuda y mejorar la eficiencia del gasto público.
- Invertir en productividad y sostenibilidad, con enfoque en tecnología verde.
- Anclar las expectativas inflacionarias y mantener la estabilidad financiera.
El organismo insiste en que la cooperación y la confianza serán los activos más valiosos para navegar un mundo incierto.
Un mundo estable, pero sobre terreno movedizo
El informe del FMI 2025 pinta un cuadro de moderado optimismo: la economía mundial ha resistido los embates de la inflación, las guerras comerciales y los shocks energéticos.
Sin embargo, ese equilibrio es frágil.
La deuda, la desigualdad y la fragmentación geopolítica siguen siendo amenazas latentes.
El desafío para los próximos años será consolidar una prosperidad sostenible, donde el crecimiento no dependa del endeudamiento ni de políticas de emergencia, sino de productividad real y cooperación global.
Como sintetiza Georgieva:
“El mundo evitó lo peor, pero aún no ha asegurado lo mejor.”