
Uruguay renueva el impulso por la desdolarización ¿una apuesta segura contra la inflación?
En los últimos meses Uruguay ha vuelto al centro de atención de los mercados latinoamericanos gracias a su aparente éxito al mantener la inflación en niveles controlados. Este escenario le ha permitido al país retomar con fuerza una política que durante años se discutía pero que había sido dejada de lado: la desdolarización de la economía. Es decir, reducir el peso económico y psicológico del dólar como referencia para precios, ahorros y contratos.
Para un país de América Latina, acostumbrado a ciclos de inflación, cambios de divisas volátiles y dependencia del dólar para ciertos sectores, esta apuesta representa un reto estructural, una señal de confianza, pero también un riesgo si las condiciones cambian.
Escenario actual: inflación baja, estable y dentro de metas
Lo que hace posible hablar hoy de desdolarización en Uruguay es un contexto macroeconómico favorable, en el que varios indicadores se han alineado:
- La inflación del país ha logrado mantenerse dentro de rangos objetivos sostenidos por el Banco Central del Uruguay (BCU). Se ha consolidado en niveles que no generan sobresaltos, ni alzas repentinas que creen expectativa de inflación futura.
- El cumplimiento de esos rangos ha sido consistente incluso con cambios de gobierno o variaciones en el entorno internacional, lo que sugiere que no se trata de un logro coyuntural, sino de una política económica con alguna permanencia institucional.
- Al mismo tiempo, las expectativas de inflación han bajado, lo que refuerza la posibilidad de que los agentes económicos (consumidores, empresarios, mercados) dejen de usar al dólar como guía de previsión de precios.
Este escenario de inflación controlada ha permitido al país pensar en medidas que hace poco tiempo podrían haber parecido riesgosas, como relajar algunas de las coberturas cambiarias implícitas o explícitas, incentivar el uso de la moneda local, y optar por instrumentos económicos que reduzcan la indexación al dólar.
¿Qué implica desdolarizar?
“Desdolarizar” no es simplemente eliminar billetes extranjeros, ni prohibir su uso. Es un proceso complejo que involucra varios frentes:
- Que menos contratos, precios y alquileres estén fijados en dólares. que el peso uruguayo recupere la unidad de cuenta en las transacciones internas.
- Que los ciudadanos ahorren en moneda local con confianza, y no vean al dólar como refugio sistemático.
- Que el sistema financiero reduzca la dependencia del dólar para préstamos, depósitos o activos.
- Que el Banco Central pueda ejercer políticas monetarias, fiscales y cambiarias sin estar permanentemente reaccionando ante fluctuaciones externas del dólar.
Desdolarizar requiere: mantener inflación baja y estable; credibilidad institucional fuerte; política monetaria clara; regulación apropiada; y una buena gestión de expectativas públicas. Uruguay parece estar avanzando en varios de estos frentes.
Acciones que Uruguay ya está haciendo
Según los informes públicos y las declaraciones del presidente del BCU, Guillermo Tolosa, estas son algunas de las medidas que se han tomado o proyectado para avanzar en la desdolarización:
- Política de tasas de interés
Se ha mantenido una tasa de referencia relativamente alta, para anclar expectativas y evitar que el peso pierda terreno frente al dólar. Esto contribuye al control de la inflación. - Meta de inflación clara
El BCU tiene un rango objetivo de inflación (en torno al 3-6 % en ciertos momentos, y una meta específica que algunos documentos sitúan cerca del 4,5 %) que sirve como guía para la política. - Desindexación de precios
Se trabaja en reducir el uso de precios indicizados al dólar, los ajustes automáticos anuales basados en la tasa de cambio, o cláusulas contractuales que usan al dólar como referencia. Esto busca evitar que aumentos del dólar se traduzcan automáticamente en inflación local. - Mejora de la credibilidad institucional y transparencia
Las autoridades han enfatizado que este es un compromiso de Estado, es decir, un objetivo que trasciende gobiernos, para generar confianza de largo plazo. - Aprovechar un déficit externo moderado
Un punto favorable es que Uruguay no tiene un déficit de cuenta corriente muy alto en muchos de estos períodos, lo que reduce el riesgo de shocks externos fuertes que puedan presionar el tipo de cambio. - Reducir la tasa de referencia
Con la inflación ya cerca del objetivo, el BCU ha empezado a bajar suavemente la tasa de interés de política (o al menos comunicando una posible flexibilización) para no mantener costos excesivos para la economía real.
Riesgos y desafíos que aún persisten
Aunque el panorama pinta más favorable que hace algunos años, no todo está resuelto. Uruguay enfrenta desafíos estructurales que podrían poner en riesgo este nuevo impulso de desdolarización:
- Inercia inflacionaria
Aunque la inflación está controlada, siempre existe el riesgo de que choques externos —subida de precios de importaciones, energía, alimentos— generen presiones nuevas que se transmitan al resto de la economía. Una escalada externa podría desestabilizar lo logrado. - Preferencia cultural por el dólar
En muchos hogares, contratos, ahorros informales, existe una confianza histórica hacia el dólar como refugio contra la inflación. Cambiar esa mentalidad lleva tiempo, y algunos sectores seguirán demandando dólares como cobertura. - Tipo de cambio y presión externa
Uruguay, como economía pequeña y abierta, está expuesto a variaciones internacionales (commodities, tasas globales, tipo de cambio internacional). Un dólar externo más caro, subas en el transporte marítimo, o crisis globales de suministro podrían afectar los precios importados y presionar la inflación. - Costos económicos de desdolarizar
Reducir la indexación al dólar puede implicar costos en contratos existentes, renegociaciones, posibles litigios o ajustes. También puede implicar tasas de interés locales relativamente altas durante algún tiempo para compensar riesgo cambiario. - Equilibrio político y social
Mantener tasas de interés altas u otras medidas anticíclicas ejerce presión sobre el consumo, las inversiones, los sectores más vulnerables. Si la política monetaria se percibe como dura, puede generar tensiones políticas. - Necesidad de consistencia institucional y continuidad
Que este proyecto sea efectivo exige que los próximos gobiernos mantengan los compromisos, que no haya cambio brusco de dirección. La credibilidad se conquista con constancia, no solo con buenas medidas puntuales.
¿Qué implicancias tiene la desdolarización para la inflación?
El vínculo entre desdolarización e inflación no es automático, pero sí significativo:
- Cuando los precios (alquileres, servicios públicos, contratos de alquiler) dejan de estar atados al dólar, los movimientos bruscos de la divisa dejan de trasladarse automáticamente a los precios domésticos. Eso reduce la vulnerabilidad a choques externos.
- Si los agentes económicos creen que la moneda local será estable (peso uruguayo), la inflación esperada baja. Esa baja en las expectativas suele traducirse en menos ajustes preventivos de precios y salarios, lo que contribuye a una inflación más suave.
- También se reduce la demanda de dólares como resguardo. Si menos personas “guardan valor” en dólares, la presión sobre la cotización disminuye, lo que ayuda a estabilizar al peso.
- No obstante, si los precios importados suben (energía, alimentos, transporte), seguirá habiendo transmisión hacia inflación, aunque en menor grado si los sectores internos están desdolarizados.
Escenarios futuros y estrategias posibles
Para que Uruguay consolide esta ruta de desdolarización, algunos escenarios posibles se visualizan:
Escenario A: Éxito completo sostenido
- Si no hay shocks externos fuertes, Uruguay sigue manteniendo inflación dentro de objetivos, expectativas siguen bajas, pesos atraen ahorros, contratos menos atados al dólar y credibilidad institucional se refuerza.
- Esto permitiría bajar tasas de interés progresivamente, estimular consumo e inversiones, hacer de la moneda local la primera opción para ahorros, precios y contratos.
Escenario B: Shock externo que complica
- Por ejemplo: suba abrupta de los precios internacionales de combustibles, alimentos, interrupciones en suministros, o una depreciación fuerte del peso regional en países vecinos que presionen competitividad.
- En ese caso, la inflación podría volver a presionar, el dólar recobrar peso como refugio, algunas cláusulas contractuales indexadas podrían volver a usarse.
Escenario C: Estancamiento institucional
- Si hay cambios de gobierno, pérdida de credibilidad del BCU o señales contradictorias, la confianza se podría erosionar.
- También, si la política fiscal no acompaña — por ejemplo con gasto público descontrolado o déficits crecientes —, la política monetaria tendrá que compensar.
Comparación con otros países de Latinoamérica
Uruguay no es el único en la región que mira hacia la desdolarización. Algunos otros países han intentado estrategias similares, con distintos grados de éxito:
- En países con inflación muy alta, la dolarización ha sido a veces la respuesta, como refugio. Pero eso trae pérdidas en flexibilidad monetaria, y en ciertos casos, aumenta vulnerabilidades si el dólar sube mucho.
- En economías como Chile, Perú, Colombia, se busca mantener la moneda local fuerte, pero la dolarización informal de algunos contratos aún persiste.
Uruguay, con baja inflación estable, buen marco institucional, déficit externo moderado y políticas claras, está en una mejor posición para avanzar que muchos otros.
Uruguay parece estar en un momento clave: haber consolidado inflación baja le da la posibilidad de retomar la desdolarización como política activa. Si lo logra, puede reducir sus vulnerabilidades externas, fortalecer el peso uruguayo, consolidar expectativas de precios estables y dar mayor margen de maniobra para las políticas monetarias y fiscales.
Sin embargo, ese camino no está exento de riesgos: shocks externos, inercia cultural hacia el dólar, costos sociales o económicos temporales, y la necesidad de estabilidad institucional son factores que podrían frenar o revertir los avances.